Autor: Anthony Burgess
Editorial: Booket
Reseña: Inglaterra, un futuro no demasiado lejano. Corren tiempos difíciles. Los ciudadanos de a pie malviven en una sociedad de consumo que les empuja a la hipersexualización y la alienación. La ley y el orden apenas se hacen hueco. Por las noches, campan a sus anchas bandas de adolescentes puestos hasta las cejas de leche-plus. Aficionados al robo, a las violaciones, a la ultra-violencia. La moral anda tan de capa caída que uno no se puede fiar ni de su sombra.
Al quinceañero Alex le gustan los latigazos de ultraviolencia. Junto a su pandilla de amigos, roban, matan y violan en un futuro de pesadilla, hasta que sea traicionado por sus drugos. Tras acabar en la cárcel, es seleccionado por el gobierno para probar una novedosa técnica conductista destinada a erradicar el mal de raíz. Pero ¿qué significará para él su reeducación?
La naranja mecánica es un horror distópico, una comedia negra, una exploración de la capacidad de elección, pero también es una obra llena de invención donde se creó un nuevo lenguaje, el nadsat, para sus personajes.
La naranja mecánica fue adaptada al cine en 1971 bajo el mismo título, con guión a cargo de quien también la dirigió: Stanley Kubrick. Si uno ha visto la película antes de animarse con el libro, verá que es inevitable que las poderosísimas imágenes de este director se sucedan en su cabeza mientras lee. Y es que la cinta supo captar a la perfección la esencia de la novela, hasta el punto de que sólo queda una manera posible de imaginarse escenas tan icónicas como ese comienzo en el bar Korova, la violación en casa de F. Alexander, o el tratamiento Ludovico.
