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Autor: Carlos Macusaya

Editorial: Jichha / NoPatria

Reseña: El ensayo fue censurado en las redes sociales, el primer diseño de la tapa fue denunciado y en los comentarios muchos aducían que el título era racista. Hablar sobre el indio supuestamente era vetusto y arcaico, que no correspondía a la época y que debería ser almacenado en los archivos de historia.

La situación no quedaba ahí, el racismo de las redes sociales saltaba a los medios de comunicación. Así llamar horda a un movimiento social era tan normal que hasta los mismos darwinistas criollos de finales del siglo XIX se habrían alegrado. Palabras como salvajes, hordas, terroristas, delincuentes, en fin, "indios de mierda", se usaban para identificar a los movilizados por la quema de la wiphala; pero esta usanza, para sus empleadores, no eran palabras denigrantes ni mucho menos racistas. Esta vez el problema del racismo era negado por los mismos racistas.

El nuevo fenómeno expresado muy bien en el título del libro de Carlos Macusaya, "En Bolivia no hay racismo, indios de mierda", no había sido analizado, de hecho, era esquivado para no tratarlo con seriedad por muchos intelectuales de izquierda y derecha, así el problema del racismo, seguía su curso normal. Ningún intelectual se atrevía a meter el dedo en la llaga, porque no sufrían el racismo, no eran los sujetos racializados, no eran parte de los salvajes ni de las hordas que bloqueaban las calles, por lo que no tenían la necesidad de manchar sus reputados títulos académicos con temas que consideraban caducos.   

En "Bolivia no hay racismo, indios de mierda", parte de una explicación general sobre las ficciones de raza que se construyeron en el imaginario social y que han adquirido legitimidad y "naturalidad". La clasificación racial y la jerarquía social a partir del color de la piel, eran razones suficientes para justificar una explotación, dominación y discriminación. Macusaya desmitifica esas ficciones de raza, señalando que no hay razas y que el racismo es una construcción social y que se reproduce a través de un orden social.
Este mismo orden social regulará la división racializada del trabajo, por lo que, el trabajo manual será para los indios y el intelectual para los no-indios. Lo que consecuentemente fijará la construcción de identidades. Así el proyecto del mestizaje del nacionalismo revolucionario, para Macusaya, no es más que una retórica para encubrir las diferencias sociales y para justificar la bolivianidad; el indio en este caso, solo sirve y sobrevive como folklore.

En Bolivia no hay racismo, indios de mierda. Apuntes sobre un problema negado

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